¿Publicación tradicional o autopublicación? ¿Qué y cómo elegir?
Vayamos al grano. Si no te sobra tiempo para una lectura profunda, la respuesta rápida, en la mayoría de los casos, es la siguiente: elige la autopublicación.
Hay quienes argumentarán que para determinados perfiles, como un político en campaña o un influencer reconocido, publicar con una editorial tradicional puede ser una buena opción. Quizás en estos casos funcione, pero podríamos discutir largo rato sobre ello.
En cambio, si quieres publicar un libro de no ficción y eres un consultor, un empresario, un emprendedor, si tu identidad digital o la de tu organización está preparada para mostrar tu recorrido o quieres compartir con tu público el impacto que puedes lograr con tu emprendimiento y tus ideas, la autopublicación es tu opción.
La democratización de la industria editorial ha cambiado el ecosistema del libro y los grandes grupos editoriales que regían las últimas décadas han pasado a ser parte de una oferta más amplia.
En este contexto, muchas personas y organizaciones no quieren andar el tortuoso camino que podría significar publicar con una editorial tradicional. La autopublicación proporciona la agilidad y la libertad creativa y de acción que la mayoría necesita para llevar su mensaje inspirador al mundo.
Démosle una mirada a lo que ofrece cada opción. Así podrás empezar a ordenar las ideas.
Algunas verdades con letra chica de la publicación tradicional
Aunque podríamos escribir un ensayo completo sobre las diferencias entre autopublicación y publicación tradicional, la principal está en quién tiene los derechos de explotación de la obra. En particular, respecto a tres aspectos:
Los derechos de autor. Una vez que se firma el contrato, los derechos de la obra quedan en poder de la editorial.
Las ganancias. En general, la relación es muy asimétrica: el autor suele recibir apenas el 10 por ciento de las regalías.
La participación del autor en la toma de decisiones sobre el libro. ¿Se va a traducir o no? ¿Se va a publicar en otro mercado o no? ¿Cuál será el precio de venta? ¿Y las acciones de comunicación y difusión?
En el modelo tradicional, una persona escribe un libro y luego busca una editorial que lo publique. Ahí empieza una larga odisea en la que el autor recorre distintas casas editoriales y trata de insertarse en un ámbito que desconoce y, además, suele ser bastante iniciático o cerrado.
Este camino puede generar muchos dolores de cabeza a los escritores. Incluso algunos contratan un agente para que presente su propuesta en distintas editoriales. Se trata de una tarea que demanda tiempo y dinero. Y que no está exenta de frustraciones.
A su vez, esas frustraciones se extienden más allá de la tensión de ser aceptados o no por una editorial. Hay muchos matices que contemplar una vez que ya han sido “elegidos”.
Vayamos a estos tres aspectos destacados con más detalle.
Los derechos de autor
Si el manuscrito es aceptado para su publicación, el autor firma un contrato en el que cede los derechos de explotación de su obra a la editorial. Esto incluye, además del libro, todos los contenidos y las ideas que puedan derivar de él.
¿Qué significa esto? Si una plataforma como Netflix está interesada en realizar un documental, una película o una serie sobre el libro, es la editorial la que negocia. Lo mismo sucede con las traducciones a otros idiomas y la distribución: el autor es solo un espectador de un juego donde la protagonista es la editorial.
Por eso, cuando el autor cede sus derechos pierde grandes oportunidades de negocios, pero también de comunicación. Es la editorial la que centraliza cómo se difunde su obra y su mensaje.
Las ganancias
Además, está la cuestión económica. Generalmente, los autores best seller tienen el privilegio de recibir adelantos por derecho de autor. El resto, la inmensa mayoría, no recibe nada al firmar el contrato.
Si bien es cierto que la editorial se hace cargo de los costos —por ejemplo, de impresión, distribución, publicidad— el porcentaje que recibe el autor por las ventas es muy pequeño y se trata de una ecuación que le brinda muy pocos beneficios.
Es, como decíamos, una relación muy asimétrica. En la mayoría de los casos el autor se queda solo con el 10 por ciento de la torta. El 90 por ciento restante se lo reparten entre la editorial, la distribuidora y los puntos de venta. De vuelta, si no es un éxito de taquilla, los ingresos de un autor inmerso en la industria tradicional serán insignificantes.
La toma de decisiones: creatividad, identidad del autor, distribución, traducción, marketing editorial
Seguimos con el tercer punto: toma de decisiones. La posición de debilidad en la que queda el autor frente a la editorial también afecta otros aspectos relacionados con la creatividad y la expresión artística. Por ejemplo, la edición, la corrección del estilo, el título del libro, la imagen de tapa, los colores, la tipografía, el diseño interno.
Esto último no es menor. Sobre todo si el autor busca posicionar estratégicamente una identidad definida y la editorial se inclina por un diseño que se ajusta a la producción en serie y a sus propios intereses.
También debemos desmontar algunos mitos acerca de la distribución en la industria editorial tradicional. Muchos autores creen que por ser publicados por una editorial transnacional llegarán al mundo de habla hispana. Error.
Cada casa editorial local —en Argentina, México, Colombia— tiene un catálogo relativamente independiente. Para que un libro editado en Chile llegue, por caso, a España, primero debe ser un éxito de ventas en su propio país. Recién ahí la editorial puede llevarlo a otros mercados. Esa decisión está en manos de la compañía.
Lo mismo sucede en el caso de la traducción. Si el autor necesita que su libro se traduzca al italiano porque tiene algún tipo de interés profesional en ese mercado, poco va a importar. La traducción de su obra depende de un sistema mucho más grande en el que la editorial deberá ofertar el libro y la decisión de traducción termina estando en otras casas editoriales que muestren interés. Nuevamente, la posibilidad de traducción depende de que el título haya destacado en el idioma de origen y sea un superventas.
Finalmente, otro punto con letra chica en la publicación de la industria editorial tradicional, es la inversión en marketing. Ya lo adelantamos: el autor es solo un renglón en un extensísimo listado de nombres, su mensaje se diluye en un océano de ofertas. Y quien decide las acciones de difusión para resaltar entre esa oferta —entrevistas, firmas de libros, participación en ferias, encuentros con los lectores, clubes de lectura— es siempre la editorial.
Traigamos nuevamente el caso de una editorial con 300 novedades por mes. Claro está que no hay una inversión continua en marketing y comunicación para esas 300 novedades. O sea, la inversión que hacen las editoriales en marketing, comunicación y comercialización, por autor, es mínima.
Si el libro no es un éxito de ventas, habrá dejado de ser novedad para la editorial al término de un año, librado a su propia suerte, perdido en alguna librería o galpón, dependiendo de los esfuerzos comunicacionales que pueda llevar adelante el autor.
Derechos de explotación, porcentaje de ganancias, control sobre la obra, procesos de producción, participación en procesos creativos, marketing, distribución, ventas. Son muchas las variables que deben contemplarse a la hora de publicar un libro.
Hay cientos de desafíos que el autor desconoce y que las editoriales tradicionales pueden abordar a cambio de un contrato que ya hemos adjetivado como “asimétrico”, aunque se nos han ocurrido muchos otros adjetivos que decidimos descartar.
Ahora bien, ¿qué pasa si el autor no quiere firmar un contrato asimétrico o ya se cansó de su recorrido por el laberíntico mundo de la industria tradicional sin obtener resultados?
Las promesas de la autopublicación
Como señalamos, la industria editorial se ha democratizado. Hoy una persona que quiere publicar un libro puede usar distintas plataformas como Amazon, Apple Books y Google Books.
Como sucedió en otras industrias, la expansión de la internet en un mundo cada vez más conectado cambió las reglas de juego en el mercado editorial.
Las relaciones entre autor y lector se reconfiguraron.
En la industria editorial tradicional ciertos especialistas —reseñistas, académicos, revistas o medios especializados— representaban un eslabón entre el escritor y el público y decían qué había que leer. Ahora, con la evolución de las herramientas y servicios digitales y la aparición de las redes sociales, el autor puede comunicarse directamente con el lector.
Y hay más. En las plataformas digitales surgen perfiles en Youtube como los booktubers, quienes reseñan libros recomendados, o plataformas como Goodreads, donde los propios lectores, en su proceso de interacción, conversan sobre qué leen y qué quieren leer.
Millones de usuarios marcan la tendencia en tiempo real e influyen en la dinámica de venta, promoción y distribución de la industria editorial.
La democratización de la industria incluye otras facetas. Además de existir plataformas para publicar de forma gratuita, también están a la mano diferentes servicios digitales para diseñar, maquetar y corregir un libro.
El autor tiene a su disposición un gran abanico de servicios y herramientas para abordar todo el proceso de producción editorial.
Pero aunque las herramientas y los servicios para autopublicar un libro estén disponibles, existe una gran dificultad que superar: muchos autores creen que al ser especialistas en su temática o su campo de estudio pueden asumir la tarea de editor. Y, sin embargo, no siempre es así.
La edición es un oficio que requiere un conocimiento específico.
Para producir un libro que pueda destacarse en el mar de oferta y llegar a las audiencias indicadas, el mejor camino es invertir en calidad y experiencia.
Hay muchas, muchas empresas que ofrecen servicios editoriales y que ejecutan las tareas que hacen a la edición y publicación de un libro. Las hay más grandes y más chicas, más caras y más económicas, más específicas y más integrales.
Nombremos algunas pocas del mundo hispanohablante para dimensionar la gran lista de opciones sobre las que tiene que decidir un autor: Mariana Eguaras, Triunfa con tu libro, Caligrama, Letrame, Uno editorial, Culbuks, ViveLibro, Universo de letras. La cantidad de empresas, productos, servicios, ofertas, parece nunca terminar. Tal vez te estés preguntando ¿por qué elegir EsaCosa por sobre todas las opciones que hay en el mercado? Este artículo sobre nuestra mirada editorial tal vez te ayuda a resolver ese dilema.
Retomemos con las opciones del ecosistema editorial. También hay cursos y programas para escribir un libro, hay mentores, hay coaches, hay profesionales especializados en un oficio e incluso quienes pueden desempeñarse en múltiples tareas.
Hay toneladas de contenidos gratuitos, videos, artículos, podcast, libros sobre cómo escribir y publicar un libro. En la industria editorial hay de todo y el autor que se autopublica tiene que salir a prepararse, incorporar los conocimientos y habilidades y buscar el equipo que pueda acompañarlo a lograr que su trabajo se destaque.
EsaCosa es una opción más en el mundo de la autopublicación. Obviamente, tenemos nuestro valor agregado: altísimos criterios de calidad, pensamiento estratégico, pensamiento creativo, foco en el autor y su mensaje, y la lista sigue.
En la autopublicación es el autor quien toma las decisiones. Sobre el contenido, el diseño interno, la cubierta, la tipografía, los colores, las imágenes, los tamaños. Y, según la modalidad de autopublicación que escoja, los derechos son completamente del autor.
Hagamos una pequeña aclaración en este espacio: hay algunas empresas que tienen un modelo mixto. O sea, ofrecen servicios de autopublicación, pero al mismo tiempo le piden al autor ceder algunos derechos de explotación. ¡Ojo con esto! El resultado de este modelo es que los autores pagan por los servicios de edición y publicación y, al mismo tiempo entregan, por ejemplo, exclusividad en la distribución y comercialización.
En conclusión, en la autopublicación hay un mundo de posibilidades a contemplar. Mariana Eguaras, reconocida consultora editorial, nos facilita un artículo en su blog donde hace una excelente exploración sobre todas las opciones de publicación que están a disposición del autor.
Es trabajo del autor identificar dónde están las ventajas, los desafíos, las oportunidades.
Habiendo dicho todo lo anterior, cerremos finalmente con lo que queríamos definir en este punto: las promesas de la autopublicación. Resaltamos las dos que consideramos más relevantes:
La primera es que el autor conserva sus derechos. Sobre el libro y sobre todos los productos que puedan surgir de él.
La segunda es que, al no haber intermediarios, el autor tiene total libertad estratégica y creativa para decidir sobre todos los aspectos relacionados con el libro y con su identidad como autor.
Entonces, si ponemos ventajas y desventajas en la balanza. ¿Con qué nos quedamos?
¿Publicación tradicional o autopublicación? He ahí el dilema
Al parecer, es un dilema bastante simple de resolver. Veamos: quien se asoma a la posibilidad de la autopublicación es porque, o ya ha probado, con poco éxito, la publicación tradicional, o porque se ha informado oportunamente sobre el ecosistema editorial y puede leer la letra chica de la industria.
Por supuesto que puede parecer tendencioso que una organización como EsaCosa, que brinda acompañamiento editorial, recomiende la autopublicación. Tratemos de darle objetividad.
Por un lado, si un profesional es muy reconocido a nivel global en su área de experiencia, o un influencer, quizás el modelo tradicional de publicación le sirva y resulte atractivo. Si su trabajo está validado en algunos mercados, una editorial se interesará en su contenido y no pondrá mayores filtros en la publicación de su trabajo, más allá de las condiciones contractuales asimétricas que mencionamos.
Por otro lado, si es un profesional poco reconocido, en un nicho de mercado específico, disminuyen bastante las posibilidades de ser recibido por una editorial.
En cualquier caso, si el autor tiene una identidad definida o está buscando posicionarse como un referente en su temática, con un modelo de negocio concreto basado en su conocimiento y experiencia, que necesita de su libro como un instrumento de marketing, como un espacio para bajar su legado y su experiencia, que cree en su mensaje, que tiene un propósito concreto, debe pensar muy bien desde dónde le habla a los lectores.
Conservar la libertad estratégica y creativa, el control y la toma de decisiones sobre la obra —aunque tenga que hacer una inversión en servicios de producción editorial— es la opción más rentable para el autor.
Como indicamos antes, la autopublicación presenta sus dificultades. Sobre todo, si los autores se lanzan solos, sin guía, a la aventura de autopublicar. El proceso puede convertirse en un laberinto donde es fácil perderse. Si no cuenta con criterio editorial —algo que solo se forma en el oficio— es probable que pase por alto cuestiones importantes. El resultado final es obvio: la calidad de su obra estará comprometida e impactará negativamente sobre el mensaje que quiere transmitir.
Pero si el autor se informa y consigue un equipo, gente que lo acompañe a trabajar en la estrategia, en la creatividad, en los aspectos técnicos relacionados con el oficio de escribir y publicar, estará trabajando para sus propios beneficios y el de su comunidad, en vez de contribuir al propósito comercial de un grupo editorial.
Nuestra recomendación, finalmente, es que el autor o escritor se centre en sus objetivos y desarrolle sus propias estrategias antes de decidir por una u otra alternativa.
Y ahora sí, perdiendo todo tipo de interés en la objetividad, nuestra recomendación es, por supuesto, que el autor trabaje con EsaCosa. ¿Por qué? Porque a diferencia de la industria editorial tradicional, ponemos especial atención en los objetivos del autor, su identidad y su mensaje.
La autopublicación le permite al autor concentrarse en los aspectos esenciales para alcanzar sus propios objetivos, para que su libro cumpla con su propósito, y evitar el desgaste que significa lograr que su manuscrito se convierta en un producto atractivo para las editoriales.
Trabajar en esa meta, el de ser editado por un sello y ocupar un lugar en las estanterías de las librerías, se limita a inflar el propio ego.
En resumen, la publicación tradicional es en general un proceso tortuoso, pero para determinados perfiles y de ciertos ámbitos puede funcionar. Especialmente, si se está a la caza de prestigio y de poder decir “publiqué un libro con tal editorial”.
No obstante, si lo que mueve al autor es su propósito, compartir su legado, organizar sus conocimientos, construir una comunidad, y diseñar un modelo de negocio más allá de la venta del libro, no hay mayor dilema: la autopublicación es el camino.